La Santa Biblia y una campera de cuero


“Todos los golpes que planeamos/ yo los daré en la carretera ”, canta Ramiro García Morete en “Camisa narco”, el tema que abre Vol. I, el disco debut de Las Armas Bs. As. El disco avanza como una moto cuyo combustible es la distorsión, surcando las rutas bonaerenses hasta convertirse en menos que un punto en el horizonte.
¿Cuántos kilómetros entran en un disco? ¿Cuántas mujeres, cuántas sustancias? ¿Cuántas noches delirando en soledad bajo el cielo estrellado sin que pare el motor? Vol. I es la odisea de un hombre arrojado al exilio por el amor. Y es un relato de paisajes. A pesar de estar cimentado en el hard rock más oscuro, las canciones parecen recogidas en paradores, hoteles y estaciones de servicio rurales, antes que en bares o calles mal iluminadas de alguna ciudad.
Los caminos son una parte muy importante de las canciones de García Morete –el primer disco de su banda anterior, Miro y la Fabulosa Orquesta de Juguete, se titulaba, precisamente, Los caminos-, y sus canciones mismas han recorrido un largo camino. Desde aquella que proponía tomar un café como una tregua imposible entre dos amantes, hasta este ascetismo estupefaciente, donde Jesús aparece con los brazos picados y se recortan contra el cielo los monumentales cementerios municipales de Salamone. Desde las chicas que llegaban a sus casas de madrugada con el celular en la mano, hasta escupir “Te reís de mí, me río de vos…/ Ambos somos la miseria de Dios”. Vol. I es el resultado de un trabajo artesanal sobre la canción, un oficio llevado a cabo con años de experiencia y una dirección constante.
Viaje de descenso a los infiernos y resurrección, el disco termina con “Aprendiz”, la canción en la que el motoquero ha logrado fugarse hacia adelante hasta desaparecer y emprende el retorno hacia lo primitivo: “Bien, he llegado demasiado lejos/ que ya no sé cómo puedo volver/ Así que hagamos eso tan complejo, delicioso y simple/ que hacen un hombre y una mujer.” Llegado ese punto, las palabras se acaban (“Dejemos el verbo de lado un momento,/ hagamos de la carne el mejor papel”) y, con ellas, las canciones. En el silencio que sigue al final del álbum queda la sensación clara de que Las Armas Bs. As. preparó un disco contundente desde lo musical, con una columna vertebral poética que enhebra las canciones y que se recorta, por su singularidad, de la miríada de discos que salieron este año.

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