Babyshambles - Sequel To The Prequel

Inglaterra, punk rock, juventud: en un mundo que ya no existe ni volverá a existir jamás, la combinación de esas tres cosas era capaz de shockear con violencia a las audiencias de todo el mundo. Pero el tiempo, ay, el tiempo ha pasado, y ese monstruo áspero que se alimentaba de sexo, drogas y rock and roll con especial acento en el exceso de todo, se transformó en un Garfield: un gato gordo y perezoso que no puede recordar cuándo fue la última vez que mostró las uñas.
Que lo cuenten, si no, los Babyshambles. La banda comandada por Pete Doherty, ex enfant terrible del rock inglés y actual niño mimado de la NME, acaba de lanzar “Sequel to the prequel”, el sucesor de “Shotter’s nation” (2007).
No es una novedad que Doherty es aficionado a los excesos. Pero sería inocente pensar que los escándalos que protagoniza son realmente escandalosos (parafraseando al poeta Washington Cucurto: ‘ya no existen artistas provocadores, sino espectadores ingenuos’) y más propios de la cultura rock que del show bussiness. Doherty cumple al pie de la letra el manual de la celebridad pseudopolémica. Pero, a la hora de la música, se queda en el molde.
Estamos muy lejos de la época en que John Lydon declaraba que Public Image Ltd. no era una banda de rock sino “una empresa de comunicaciones”. Por el contrario, los Babyshambles son una banda 100% de género. Desde “Fireman”, con guitarras veloces y voces que arrastran las vocales, hasta la grandilocuencia y pomposidad de canciones como “Dr. No”, “Sequel to the prequel” y “Minefield”, la banda transita por todos y cada uno de los trillados lugares comunes del punk rock clashero. Pero mientras que el conjunto de Mick Jones y Joe Strummer rompía los esquemas a pura ansiedad y pasión desenfrenada, los Babyshambles lo hacen dentro de los límites marcados por décadas de cálculos de mercadotecnia, realizados muy lejos de cualquier sala de ensayo.
Por eso, los momentos más interesantes llegan cuando la banda pierde la referencia del punk rock inglés y se mete con otras tradiciones. “Nothing comes to nothing” es una canción de amor que parece más cerca del indie de Guided By Voices que de las crestas y las camperas de cuero con tachas. Algo parecido sucede con “Fall from Grace” que, con una cita a “I want you” de Bob Dylan y unos cuidados coros, invitan a ir al bar a ahogar las penas con los borrachos de siempre. Ahí, donde el abandono deja de ser un espectáculo, donde todos los alcohólicos, incluso el famosísimo Doherty, son anónimos, está lo mejor de la banda. Porque eso es el punk rock: una joya en el barro de la mediocridad. Y cuando los Babyshambles la encuentran, se muestran como lo que son: auténticos decadentes, en el mejor de los sentidos.

Publicado originalmente en Revista Mock.

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